juin 04

¡Sal de mi jardín!

Gloria Copeland
Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo.

Satanás es un bandido. Dios nos ha dado leyes para detenerlo, pero él no las acatará a menos que se las impongamos. En realidad eso no es algo extraordinario. Las cosas funcionan de la misma manera en el reino natural. Por ejemplo, en los Estados Unidos existen leyes contra la venta de drogas, el asesinato y el robo. Sin embargo, si éstas no fueran aplicadas, ¿qué sucedería? Los ladrones y asesinos continuarían infringiéndolas. Las leyes tuvieron que ser impuestas. Una vez que usted lo comprenda, se percatará por qué Satanás trabaja tan duro para que usted hable de sus problemas, en lugar de declarar las promesas de Dios. Él sabe que la autoridad para aplicar las leyes de Dios reside en sus palabras. Si él logra que sus palabras vayan en la dirección equivocada, ejercerá autoridad sobre su vida -aunque ésta no le pertenezca-. A Satanás no le importa que algo no le pertenezca; él es un ladrón, un asesino y toma lo que quiere. Por tanto, usted debe utilizar la Palabra en su contra cuando trate de entrar a su jardín y estropearlo. Así tuvo que actuar Adán cuando Satanás se le apareció en su jardín. La primera vez que la criatura abrió su boca para cuestionar la Palabra, él debió declarar: « ¡Serpiente, sal de mi jardín! ». Usted y yo necesitamos actuar igual cuando el diablo comience a tratar de traernos duda e incredulidad argumentando: « ¿En realidad crees que Dios te va a sanar? ¿Piensas que Dios te va a mandar el dinero para pagar la cuenta? » ¡Sólo deberíamos decirle que tome sus mentiras y que salga de nuestra vida! ¿Cómo lo logra? Simplemente confiese: Duda, incredulidad y temor; en el nombre de Jesús, salgan de mi presencia. Yo sí creo la Palabra. Cite la Palabra y no se detenga. No le preste atención a las palabras que roban, matan y destruyen (Juan 10:10). Siga confesando y estudiando lo que la Palabra manifiesta acerca de su situación, al punto que sea lo único que escuche en su corazón todo el día; en lugar de las mentiras del diablo. Cuando comience a vivir conforme a la autoridad que Dios le ha otorgado, y declare la Palabra, entonces no le será difícil ordenarle al diablo: « ¡Sal de mi jardín! ». Y él seguramente huirá. 2 Reyes 10-12; Filipenses 3-4 Soy sobrio y velo. Resisto al diablo firmemente en fe (1 Pedro 5:8-9).

Lecture conseillée: Hechos 28:1-6

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